Arthur Bernardes,
más un compañero
que partió
Casi 48 horas
después de ser
llevado a un
coma inducido,
después de una
cirugía a que
fue sometido en
el día 10 de
julio, falleció
en el pasado
domingo, día 12,
en Juiz de Fora
(MG), nuestro
compañero Arthur
Bernardes de
Oliveira, 36
días después del
desencarne de
María José
Bergamo, que tal
como él, también
hacía parte del
equipo que hace
con que esta
revista prosiga
en su tarea de
divulgación de
las enseñanzas
espíritas.
Nacido en julio
de 1931, Arthur
Bernardes haría
dentro de pocos
días 84 años.
Articulista y
miembro del
Consejo
Editorial de
El Consolador,
a que servía
desde abril de
2007, cuando la
revista circuló
por primera vez,
de su
participación en
este periódico
resultó un libro
importante –
“Reflexiones a
la luz del
Consolador” –,
publicado
por la EVOC –
Editora Virtual
El Consolador en
el día 27 de
marzo de este
año.
Del prefacio que
él escribió,
constante de la
mencionada obra,
extrajimos este
trecho:
“Lo que se va a
leer a seguir
son recuerdos
que dejé fijados
para, cuando yo
no más estuviese
aquí, mis hijos,
nietos y amigos
pudiesen
recordar el
padre, el
abuelo, el
amigo, viajando
con él por los
caminos
recurridos,
cosechando
amigos y
testimoniando
hechos que no
pudiesen
quedarse
olvidados de las
personas.
Hay en estas
páginas
recuerdos y
añoranzas de
personas con
quien aprendí
muchas cosas y
hechos de
importancia en
el estudio de la
fenomenología
mediúmnica.
No fueron
escritas con el
objetivo de
transformarse,
un día, en
libro.
Fueron sólo mi
modesta
colaboración a
la revista
electrónica
El Consolador,
de cuya
fundación
tuvimos la
ventura de
participar y que
hoy está
presente en
todos los
continentes del
planeta,
atendiendo a la
ansia de
aprender de los
brasileños que
buscaron trabajo
fuera de aquí,
pero que
continúan con el
corazón cada vez
más vinculado a
su patria.
Me quedaré muy
agradecido a
Dios y a la vida
si esas páginas
pudiesen llevar
un poco de
entretenimiento
a quien se
disponga a
leerlas.”
En nombre de la
dirección y del
equipo de
redacción de
nuestra revista,
enviamos de aquí
nuestro saludo y
nuestro abrazo a
los hijos, a las
nueras, a los
nietos y nietas
del estimado
amigo y, de
manera especial,
a Elizabeth, la
querida
compañera a
quien él dedicó
un libro
inolvidable –
“Una estrella en
forma de flor”
–, que la
EVOC también
publicó, libro
ese que nos
permitirá
recordar,
siempre que
deseamos,
peripecias
importantes de
la vida de una
criatura
excepcional.
Como siempre
hablamos, nadie
muere. Lo que
muere es el
cuerpo físico,
no el alma, pues
que ésa, por ser
inmortal, vivirá
para siempre.
Arthur Bernardes
de Oliveira
apenas cambió de
dirección y –
pueden todos
tener certeza –
está reunido
nuevamente con
personas que él
ama y que, como
nosotros,
igualmente lo
aman mucho.
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