Gran hombre y
maestro
de la caridad
Se conoce un
gran hombre por
sus buenos
actos,
sentimientos y
palabras.
Como vive en
sociedad, el
hombre – ser
humano – es
testado
continuamente
por sus
conocimientos de
orden humano que
posee y, como es
un ser dotado de
la centella
divina, también
es observado y
evaluado con
base en los
preceptos
pertinentes a la
eternidad.
En ambos
sentidos, Adolfo
Bezerra de
Menezes fue un
gran hombre.
Con notable
reputación, no
tardó a ser
aclamado y
electo diputado
federal. La
política es,
como sabemos,
uno de los más
severos testes
para el análisis
moral, pues
asegura, de
cierta manera,
autoridad, y
cuando ésta no
es comprendida y
se transforma en
poder ciego y
abusivo, puede
contribuir para
que se instaure
el caos, como
vemos
actualmente en
nuestro País.
Bezerra de
Menezes en
ninguna
circunstancia
comprometió sus
elevados
principios en
cambio de
favores o
interés; su
hombredad fue
siempre
impactante y
decisiva. Él
deseaba
sinceramente la
felicidad y el
amparo del
prójimo, lo que
acabó llevándolo
a abandonar la
carrera pública,
una vez que sus
ideales no
estaban de
acuerdo con los
de la política
en sí. Su
aspiración era
ser el auxilio
al hermano más
desvalido, la
palabra
bondadosa para
con el corazón
entristecido, el
médico para el
socorro del
desengañado. Él
era, sobre todo,
la
personificación
de la bondad y
realizaba todo
con amor.
Al conocer el
Espiritismo, su
corazón se
entregó
enteramente a la
causa espírita.
Asimiló, con
perfección, toda
la enseñanza
espírita y su
dedicación a ese
trabajo produjo
maravillosos
frutos. Aun así,
no le faltaron
en las lides
espíritas
aburrimientos;
no obstante,
ante las
inconveniencias
vividas, adoptó
siempre
actitudes
sabias,
respetuosas y
amorosas en
todas las
ocasiones. Para
Bezerra de
Menezes, el amor
era la mejor
respuesta para
su opositor.
Como si no
bastasen las
discordancias
naturales,
existen aquellas
que postergan el
propósito entre
los que profesan
de un mismo
aparente ideal,
de manera que,
estando al
corriente de un
gran objetivo,
muchas veces
existe la
disensión. Fue
lo que se dio
con Bezerra de
Menezes, que se
deparó con un
serio problema
entre los
espíritas: los
que aceptaban el
Espiritismo en
el aspecto
religioso y los
que solamente lo
aceptaban por el
lado científico
y filosófico.
Él, sin embargo,
utilizándose
siempre del buen
sentido amoroso,
conquistaba sus
caminos. Es que
el hombre sabio
crea maneras de
hacer para que
la
verdadprevalezca
sin desmerecer
ni ridiculizar
el prójimo, dado
que comprende el
otro como parte
de su universo,
un compañero de
jornada de la
vida, y no sólo
un oponente.
Es curioso como
hay maneras
variadas de
disertar sobre
un gran hombre.
Con Adolfo
Bezerra de
Menezes no es
diferente,
porque es él un
notable ejemplo
de incontables
secuencias
benéficas.
Como todos
sabemos, él
enalteció la
verdad enseñada
por el Maestro
Jesús y se valió
del recurso de
la ciencia para
la cura del
cuerpo, pero en
ningún momento
se olvidó de la
práctica de la
caridad, apoyo
amoroso para los
Espíritus
enflaquecidos.
Hay ejemplos de
todas las
cualidades y
vibraciones en
el escenario de
la vida. El
libre albedrío
será la escoja
para la paz o
para la
perturbación.
Ejemplos
benditos no
faltan para
inspirarnos. Dr.
Bezerra de
Menezes es uno
de ellos.
En el curso de
la historia, sin
embargo,
conocemos
inmensurable
número de hechos
tristes y de
completo
sufrimiento por
la simple razón
de no tener sido
el amor el
protagonista.
|