Título del libro:
Reencarnación
en el Mundo
Espiritual
Autor: Inácio
Ferreira
Médium: Carlos
A. Baccelli
Editora: LEEPP
El título del
libro es
equivocado,
porque el lector
queda en la
expectativa de
recibir una
información
seria, aunque el
título ya se
contradiga.
Reencarnar es
volver a la
carne, o sea, al
cuerpo físico,
lo que no es
viable en el
Mundo
Espiritual. La
obra consta de
una sucesión de
relatos
pueriles, en un
tono de
conversación
superficial, muy
distante de lo
que se espera
leer en un libro
espírita.
Reconocemos el
derecho que
cualquier
persona tiene de
escribir un
libro. Pero,
valerse del
nombre de la
Doctrina
Espírita y
llenar páginas y
más páginas con
comentarios sin
compromisos con
el tono
|
|
edificante,
educativo, serio
que caracteriza
las obras
espíritas, eso
alcanza las
rayas del
oportunismo. |
Es tanta la
diferencia que
hay entre ese
Espíritu y el
respetable Dr.
Inácio Ferreira,
que tenemos
escrúpulo en
citarlo por el
nombre usurpado,
por eso, lo
colocamos entre
comillas. Es
bueno que se
diga que en esa
obra ya no se ve
más aquel “Dr.
Inácio”
agresivo,
fanfarrón, que
alardeó, en
varias obras, su
adicción a
fumar, sus
crisis de
depresión, de
mal humor,
aunque aún
conserve algunas
expresiones de
mal gusto, de
uso incompatible
con el ambiente
de los
Benefactores
espirituales con
los cuales él
declara convivir
en otras obras.
Las citas son
hechas en
itálico-negrita.
Un trazo que
permanece es el
ataque
sistemático,
generalizado,
enfermo, a los
espíritas:
¡En el fondo el
espírita aún
permanece en la
expectativa de
un ascetismo
fácil, sin
ningún esfuerzo
de renovación
íntima! Aguarda
ser admitido en
una
ciudad-plantilla
como “Nuestro
Hogar” y, si es
posible, luego
transferirse
para dimensiones
más altas, sin
más necesidad de
reencarnar. El
espírita, por su
única condición
de espírita,
espera por
favores de la
Ley. Predica una
cosa para los
otros y, para sí
mismo, permanece
en la
expectativa de
otra.
(76)
Más “El Dr.
Inácio”, de vez
en cuando, no se
resiste al
empleo de
expresiones
chulas y de mal
gusto:
– ¡Es una honra,
Doctor, es una
alegría trabajar
a su lado!
– ¿No estire,
no, hem?, que
rrebienta...
(130)
Siempre diálogos
que más se
parecen a
conversaciones
de mesa de bar.
He ahí su
comentario
acerca de su
propia
desencarnación,
en la condición
de anciano:
– La situación,
a veces, es
vejatoria... La
gente se
descompone, ¿no
es?
– Y tiene que
rezar mucho,
Longino, para no
hacer
burradas...
– Yo sé: decir
palabrotas,
quitar la
ropa...
– ¿Para mostrar
qué? Aunque,
ahora, con la
Viagra, la gente
reacciona...
Mi interlocutor
carcajeó.
– ¡Impagable,
Doctor! ¡¿Vea si
esta es
conversación de
dos espíritas,
en el Más Allá?!
– ¡De dos
espíritas
normales, es!
(134)
Él encuentra que
ser normal es
expresarse de
esa forma:
– Disculpadme –
dije yo –, pero,
gracias a Dios,
nuestros
intestinos se
encargaban de no
dejarnos olvidar
nuestra
condición
humana...
(306)
Hablando de sus
visitas a la
Tierra, no
pierde
oportunidad de
vanagloriarse,
con encantos de
adolescente
tonto:
– De cuando en
cuando, insisto
en visitar la
Tierra, sólo
para ver como
están aquellos
que, cuando yo
tenía 80,
estaban con sus
30, 40 de
edad... ¡Si no
se cuidaran, no
llegarán a mi
marca, con los
cigarrillos que
fumé la vida
entera! Algunos
están
irreconocibles,
con sus arrugas
que tienen en el
rostro contando
las luchas que
enfrentan en la
vida.
¡Desgraciados! Y
yo, en este Otro
Lado,
rejuvenecido y
fuerte,
simpático como
siempre fui,
teniendo que
esconderme del
asedio de las
mujeres...
(141)
Y sigue en el
ataque
sistemático y
generalizado a
los espíritas:
– Ahora, el
espírita, de
manera general,
lee media docena
de libros y pasa
a considerarse
tal... ¿Qué es
eso Doctor?
(143)
El “Dr. Inácio”
dice estar
recibiendo
cartas, en el
Mundo
Espiritual,
hasta de
encarnados...
La
correspondencia
sobre una de mis
mesas se
acumulaba.
Misivas de la
Tierra y del Más
Allá me
escribían,
exponiendo sus
dudas sobre los
más variados
asuntos:
preguntas sobre
temas de la
Doctrina,
cuestiones
personales,
indagaciones
sobre
mediumnidad,
pedidos de
intercesión en
favor de un ente
querido
desencarnado,
palabras de
estímulo y
coraje al
trabajo que
estamos
desarrollando...
(148)
He ahí algunos
trechos de una
carta recibida,
transcrita por
el “Dr. Inácio”:
“Dr. Inácio –
me decía ella –,
soy asidua
lectora de sus
libros
mediúmnicos y,
en nombre del
enorme bien que
el señor me ha
hecho a mí y a
centenares y
centenares de
otros, pero
principalmente a
la Doctrina y a
nuestro
Movimiento,
vengo a pedirle
para que no
desanime en
trabajo tan
importante como
este. Yo no soy
nadie, pero oso
dirigirle la
palabra, porque
no ignoro las
críticas
infundadas,
algunas hasta
maledicientes,
de que el señor
y el médium han
sido víctimas.
He quedado
horrorizada con
lo que oigo de
la boca de
algunos
espíritas, o,
por lo menos, de
los que se dicen
ser. Crea que
poseo fuertes
razones para
creer que sus
libros
mediúmnicos
estén, en los
bastidores de
nuestro
Movimiento, que,
de hecho,
necesita ser
pasado a limpio,
mientras es
tiempo, siendo
perseguidos y
censurados,
porque
contrarían
intereses
dispensados de
supuestos
liderazgos,
normalmente de
los que se
encuentran al
frente de las
Federaciones,
salvo una u
otra, más
independiente en
la manera de
pensar y de
actuar. (...) Lo
peor, Doctor, es
que estoy
sabiendo que
existen médiums
de renombre
fomentando tal
estado de cosas,
inadmisible en
una Doctrina
como la nuestra,
que prima, como
el señor mismo
ha dicho, por la
libertad de
expresión. (...)
No puedo
concordar con el
modo sórdido de
esos compañeros,
que, leyendo sus
obras están
siendo inducidos
a un
enfrentamiento
con la propia
conciencia y se
rebelan, muchos
de ellos, tal
vez, por estar
siendo
desenmascarados
en sus
intenciones.”
(148/149)
La “carta” es
larga, y
continúa con
saludos,
palabras de
valentía, de
loor al “Dr.
Inácio”. La
referencia a
André Luiz ni
merece
comentario:
“Días atrás,
conversando con
un amigo que es
un hombre muy
culto e
inteligente, él
me hizo la
siguiente
observación, en
relación a sus
obras:
‘– Los libros
del Dr. Inácio
han me hecho
redescubrir a
André Luiz’...
¡Vea, Doctor,
que belleza! ¿No
merece la pena?
Que el personal
que tiene las
manos
desocupadas en
el bien continúe
tirando
piedras... Ellas
no lo alcanzarán
y, creo, ni aún
al médium.”
(150/151)
Está claro que,
si el “Correo
del Más Allá”
llevó la carta
al “Dr. Inácio”,
debe ser
portador de la
respectiva
respuesta:
- Querida irmã
L. G. S... El
señor nos
bendiga!
“Hago
votos para que
esta carta aún
pueda
encontrarla en
la Tierra,
disfrutando de
salud y paz.
(...) pero
también para
mostrar que
nadie puede
querer
intimidarnos en
el testimonio de
la fe, como si
aún estuviéramos
en la Edad
Media, cuando
esa gente, hoy
travestida de
espírita, vivía
con el látigo en
las manos
encendiendo las
hogueras de la
Inquisición...
(...) A veces,
delante de la
furia de
nuestros
opositores, que
no economizan
palabras en la
ofensa, tengo la
impresión de que
cometí un
crimen...
(151/152)
Prosiguiendo,
dice que en una
conversación con
amigos en el
Mundo Espiritual
busca atinar con
la causa del
rechazo de sus
libros:
(...) Le
confieso que aún
no llegamos a un
consenso: unos
hallan con gran
probabilidad de
razón, que es
porque defiendo
abiertamente la
reencarnación de
Allan Kardec en
Chico Xavier;
otros son de la
opinión que es
porque efectué
referencias a la
realidad del
embarazo en el
Plano
Espiritual,
contrariando al
grupo que supone
alcanzar la
Perfección en un
instante,
después del
desenlace del
cuerpo. (Cuánta
ingenuidad, mi
Dios!); algunos
dicen que es
porque me he
servido de un
correcto estilo
irónico o
irreverente, en
las advertencias
que dirijo a los
hermanos de
ideal,
principalmente
si ocupan cargos
de liderazgo...
(152/153)
Él llama
advertencia a
aquello que es
ataque e intento
de ridiculizar
lo que él, en
todos sus
libros, lanza
sobre dirigentes
espíritas. Y
continúa su
larga misiva:
Ahora, querida
L..., vamos a la
parte tal vez
más dolorosa y,
por señal, de mi
preferencia: la
de que el
lenguaje de mis
libros es chulo,
demasiado
rastrero...
¡Ahora, si
vosotros
dispusierais de
oídos para oír
lo que los
espíritas más
moralistas
piensan, con las
excepciones de
novatadas, es
obvio! Los
‘monstruos’ que
son generados
por la mente de
los que viven
predicando en la
tribuna,
escribiendo y...
¡hasta orando en
público!
¡Devaneos
mórbidos! Hay
gente que,
cuando percibe,
hasta el crimen
ya cometió,
mentalmente...
(155)
La “carta” es
larga, llena de
acusaciones
enfermas como
las de arriba.
Pero, vamos a su
término:
“Con mi
fraternal
abrazo, le pido
que repliegue
las oraciones en
mi favor, para
que yo no me
deje contaminar
por la ‘fiebre
de vanidad y
personalismo’
que ha mandado a
mucha gente
prometedora para
los sanatorios
de la Tierra y
del Más Allá.”
(156)
Respondiendo a
outra carta
“carta”, esta
vez a um hermano,
también
encarnado,
Joaquim, le da
consejos de cómo
luchar com
médiums que
amenazan dejar
la Doctrina,
delante de la
exigência de um
dirigente. Es de
notarse la
grosería del
lenguaje.
¡Por cualquier
contratiempo que
le ocurra, hay
espírita que nos
hace amenazas,
mostrándose
dispuesto a
dejar la
Doctrina! – ‘Yo
dejo el
Espiritismo...’
– habla, en tono
casi solemne. –
‘¿Dónde es que
están los
espíritus que no
me auxilian?...’
Ahora, para
estropear esta
carta en la
cual, hasta
ahora, yo me
mostraba tan
bien educado,
responderé:
¡Quiere dejar,
que la deje y
vaya para el
rayo que lo
parta! ¡Pero no
quede
haciéndonos
amenazas, no,
lanzando su
indignación a
los cielos!...
¿Estoy cierto o
errado, Joaquín?
¡¿No es aún una
insolencia?! –
‘Ah! – dice –,
yo voy a dejar
el Espiritismo y
volver a lo
evangélico...’
Pues que vuelva,
que vuelva hasta
el hombre lobo,
en caso que le
aproveche.
(164)
Sólo ahora, ya
en medio del
libro, tras
haber quedado
hasta aquí
llenando páginas
con asuntos
pueriles, el
“Dr. Inácio”
toma aires de
orientador de
Espíritus que
psicografían en
la Tierra. En
ese sentido,
dialoga con
Manoel, auxiliar
suyo, sobre una
charla que hará
a los alumnos
del “Liceo”, que
aguardan
aclaraciones:
– Quieren
solicitar del
señor algunas
aclaraciones.
– ¿Sobre cuál
tema?
– La cuestión
del embarazo en
el Mundo
Espiritual
– ¡Gente, una
cosa tan simple
de entender!
– Es que ellos
están
encontrando
barreras para
abordar el
asunto a través
de otros médiums.
– ¿Es natural,
quién quiere ser
criticado?
Estamos sólo en
el comienzo del
Espiritismo en
la Tierra; mucha
cosa aún ha de
ser causa de
mayores
polémicas…
¡Sinceramente,
Manoel, yo no sé
la idea exacta
que los propios
espíritas hacen
del Mundo
Espiritual!
¡Vamos allá! –
dijo. – Haré lo
que pueda.
– Si yo aún
estuviera en el
cuerpo, Doctor,
también
vacilaría... El
embarazo en el
Mundo Espiritual
representa una
revolución en el
pensamiento
espírita! Agita
la cabeza de
mucha gente...
– ¡Es porque lo
que sabemos
sobre
Reencarnación,
incluso en la
Tierra, que dirá
el Universo, es
muy poco!
(176)
Seguidamente, el
“Dr. Inácio”
comienza su
discurso a los
estacionamientos
del “Liceo”:
Vosotros venís
enfrentándoos
con
dificultades, en
lo que toca la
mayor aclaración
sobre la
Reencarnación en
el Plano
Espiritual...
Los espíritas,
con excepciones,
vienen
resistiéndose en
considerar la
tesis que
defendemos
abiertamente y
que, para
nosotros, es
práctica
indiscutible, o
sea, natural,
tan natural en
cuanto a la
necesidad del
espíritu tomar
un nuevo cuerpo
en la Tierra,
siguiendo en su
ininterrumpida
trayectoria
rumbo a las
cumbres de la
Evolución.
(177/178)
¿Si la
reencarnación en
el Mundo
Espiritual fuera
un hecho, como
es que el “Dr.
Inácio” de ella
no tenía
conocimiento,
conforme su
libro “Fundación
Emmanuel” (págs.
97/100),
publicado en
2006? Nótese que
él ya estaba
desencarnado
hace 18 años y
ya se decía
director de un
hospital hace
seis, por lo
menos, pues él
se declara en
esa función en
su libro, de
2002, “Ela
Próxima
Dimensión” (pág.
13)
¿Además de eso,
si fuera cierto
esa
reencarnación en
el Mundo
Espiritual, por
qué el “Dr.
Inácio” la
estaría
exponiendo, en
el “Liceo”, en
2008, como
novedad a un
grupo de
practicas? ¿Será
que esos
Espíritus,
conviviendo en
esa colonia,
nunca habían
visto una mujer
“embarazada”,
como aquella que
causó espanto al
“Dr. Inácio”,
conforme es
citado arriba?
En toda la obra
de André Luiz no
hay la más leve
referencia al
asunto. En
“Nuestro Hogar”
(cap. 9), André
Luiz habla que
esa colonia
recibió, en
determinada
época, cerca de
doscientos
instructores
venidos de
esferas más
altas para dar
instrucciones
sobre
alimentación.
André Luiz dice
que fueron
treinta años de
trabajo de
convencimiento.
Aunque hayan
venido de esfera
más alta, no
hubo necesidad
de
“reencarnación”,
conforme la
tesis del “Dr.
Inácio”.
En la obra
“Fundación
Emmanuel”, el
“Dr. Inácio”,
tras
sorprenderse con
el embarazo de
una joven,
describe el su
parto. La
parturienta
tiene un sensor
en el brazo, a
fin de
verificarle el
nivel de
glucosa,
oscilación de
temperatura,
presión
sanguínea,
presencia de
micro-organismos
patógenos y
hasta la
inminencia de un
colapso
cardíaco...
(pág. 226). ¿Si
hubiera un
colapso
cardíaco, la
parturienta
“desencarnaría”?
Si de hecho
hubiera
encarnación,
debería haber
desencarnación,
igualmente en
las regiones
inferiores donde
hay mucha
violencia entre
Espíritus.
Véase que ese
Espíritu
presenta, a
veces, citas
verdaderas, pero
que no tienen
relación alguna
con la
pretendida
“reencarnación
en el Mundo
Espiritual”.
Cita, en
negrita:
Con esa masa
gelatinosa,
nacía en el orbe
el protoplasma
y, con él, había
lanzado
Jesús a la
superficie del
mundo el germen
sagrado de los
primeros
hombres.
(180)
Sí, es verdad,
pero eso se dio
en el plano
físico. Después,
cita la
civilización
china, sin
conexión alguna
con la
pretendida
reencarnación en
el Mundo
Espiritual.
Siempre un
discurso
prolijo, con
comentarios
chistosos con
los cuales
pretende atraer
la atención de
los incautos, al
tiempo que se
coloca como
proclamador de
“verdades
nuevas”.
André Luiz, en
“Evolución en
Dos Mundos” (1ª
Parte, final del
cap. II), así se
expresa, acerca
del periespíritu:
“Ese cuerpo que
envuelve y se
perfecciona en
las experiencias
de acción y
reacción, en el
plano terrestre
y en las
regiones
espirituales que
le son
fronterizas,
(...) puede
desgastarse, en
la esfera
inmediata a la
esfera física,
para en
ella rehacerse,
a través del
renacimiento,
según el molde
mental
preexistente, o
aún,
restringirse a
fin de
reconstruirse de
nuevo en el vaso
uterino, para
recapitulación
de las
enseñanzas y
experiencias de
que se muestre
necesitado, en
consonancia con
los fallos de la
conciencia ante
la Ley.”
(Subrayé.)
Observe que
André Luiz habla
de recomposición
del periespíritu
en una nueva
encarnación, y
encarnación es
en la carne, en
la esfera
física.
Es de notar,
aún, que André
Luiz describe
con minucias la
vida en el Mundo
Espiritual, en
toda su obra,
que tiene
características
de legítimo
desdoblamiento
de la Tercera
Revelación.
Obsérvese la
seriedad con que
desarrolla su
trabajo, el
lenguaje noble y
cuidadoso en que
se expresa. Y no
podría ser de
otra forma, pues
las revelaciones
que nos vienen
de la Vida Mayor
son siempre
traídas por
Espíritus
evangelizados,
serios,
equilibrados. En
el caso de André
Luiz, véase lo
que de él dijo
el Director
Espiritual de la
obra de Chico:
“(...) André
Luiz
nos frecuentó la
tarea durante
setecientos días
consecutivos,
afinándose con
la
instrumentalidad.
Además de eso,
el esfuerzo de
él es impersonal
y refleja la
cooperación
indirecta de
benefactores
nuestros que
respiran en
esferas más
altas.”
(“Volví”, pág.
22) Por ahí se
puede evaluar
como las Altas
Esferas
Espirituales
preparan a
Espíritu y
médium para
revelaciones
verdaderas.
¿Por qué lo Alto
ahora daría el
noble gravamen
de hacer nuevas
revelaciones a
la Humanidad a
un Espíritu
desequilibrado,
irrespetuoso,
que tiene
encantos de
valentía, que
hace concesiones
al aborto
(“Habla, Dr.
Inácio!”, págs.
130/131), que se
interesa por
chismes que
habrían sido
publicados,
según él, en un
periódico,
llamado
“Reseña”, un
periódico
circulante en el
Mundo
Espiritual,
conforme es
descrito en la
obra de su
autoría,
“Fundación
Emmanuel” (pág.
135)? Además de
eso, según él
mismo relata en
el libro,
leyendo el
referido
periódico,
delante de
críticas que le
estarían siendo
hechas en la
Tierra,
reaccionó, dando
un corte de
mangas a los
espíritas, con
gesto y todo…
El abordaje que
sigue es de mal
gusto, no cuadra
con la ética
espírita, y
además de eso,
está insertada
en ese libro,
que es anunciado
como portador de
“verdades
nuevas”:
– Los
evangélicos lo
arrancaron
cuánto
pudieron...
– Pues es,
querido mío,
tiene mucha
gente así: ¡boba!
Antes, caían en
el cuento del
vicario, ahora
caen en el
cuento del
pastor...
¡Tomado que
nunca vengan a
caer en el
cuento del
espírita!
(170)
Hacemos un
llamamiento a la
razón de
aquellos que se
encantan con
referencias a
Chico, a
Emmanuel, a
André Luiz y sus
obras, citadas
por el “Dr.
Inácio”, sin
ninguna base
coherente.
Imaginemos que
hubiera llegado
el tiempo de
venir a la
Tierra una
revelación
importante. ¿No
sería a través
de un Espíritu
de la dignidad,
de la postura,
de la elevación
de Allan Kardec?
¿O de Chico
Xavier? ¿Será
que los niveles
de seriedad
bajaron en el
Mundo
Espiritual, al
punto de que
nuevas
revelaciones
sean hechas a
través de un
Espíritu
irrespetuoso,
fanfarrón,
divulgador de
anécdotas
incompatibles
con la seriedad
de la Doctrina
Espírita?
¿Vendrían las
revelaciones de
tal magnitud a
través de un
Espíritu que usa
un lenguaje
agresivo, chula,
grosera?
En la obra en
estudio, el “Dr.
Inácio”
reproduce, en
diez capítulos,
una pretendida
visita de Chico
Xavier a su
equipo. Formaron
una caravana,
constituida de
más de una
decena de
nombres
conocidos.
Visitaron varios
locales de
sufrimiento, con
aplicaciones de
la pomada del
Vovô Pedro en
Espíritus usada
hasta para curar
pesadillas,
además de ser
dada a otro para
comerla con pan.
Durante la
visita, largos
debates,
degustaciones de
té de variados
sabores con
bizcochos,
comentarios de
recetas de
rosquillas...
¿Será que Chico
estaría así tan
disponible? En
esa ocasión,
pone en la boca
de Chico la
siguiente
afirmación, en
que él
reconocería el
poder permanente
de las Tinieblas
en la Tierra:
Las Tinieblas,
si así puedo
expresarme,
consintieron
que Cristo
predicara la
Buena Nueva en
su reducto, que
era la Tierra,
desde que, por
fin, triunfaran
permanentemente.
(279) (Grifei.)
La imagen que se
tiene de la Vida
Espiritual es
que Espíritus
Superiores
valoran mucho el
tiempo. André
Luiz, en “Los
Mensajeros” (cap.
1), dice: “La
conversación
espiritualizada
se me hubo hecho
indispensable.”
En el cap. 6, se
aprende que “Por
nuestras charlas
constructivas,
por lo tanto,
recibiremos
también la
remuneración
debida a la
cooperación
normal.”
Aún más que el
“Dr. Inácio”
reafirma la
tesis absurda de
que Chico fue la
reencarnación de
Kardec. Véase la
reunión de
aquella noche de
“reafirmación de
compromisos”,
descrita por
Humberto de
Campos, en el
libro “Cartas y
Crónicas” (cap.
28), cuando se
presentó la
venerable figura
de aquel que
sería el
Codificador, que
fue reverenciado
por decenas de
Benefactores,
cuyos nombres
significan
puntos altos en
la historia de
la Humanidad.
¿Será que ahora,
tras pasados más
de dos siglos,
ese Espíritu de
elite quedaría
así, dando
palpitaciones
libres en
asuntos
doctrinarios?
¿Dónde está la
noble y austera
figura del
científico,
filósofo,
educador,
teólogo,
sociólogo,
penólogo, que
dialogó con los
Espíritus
Superiores, en
nivel de
igualdad,
dejándonos las
luces de la
Tercera
Revelación?
Además de eso,
Kardec, o
incluso Chico,
necesitaría del
concurso de un
médium – dada la
diferencia de
nivel espiritual
– para
manifestarse en
el plano en que
estaban el “Dr.
Inácio” y sus
compañeros,
conforme ocurrió
con Matilde, que
tuvo que valerse
de los fluidos
de Gúbio para
materializarse
delante de su
hijo Gregório.
(Liberación,
final del cap.
XX)
Pero, ni la
noble figura del
trabajador
incansable que
fue Francisco
Cândido Xavier,
familiarmente
llamado Chico,
estaría así
disponible para
frecuentar
círculos donde
admitiría haber
sido Kardec.
También él, un
Espíritu de
elite, tendrá
preocupaciones
más nobles y
elevadas en el
Plano Espiritual
donde se
encuentra. Es
hacer poco de
ese abnegado
Misionero que,
habiendo sido el
medianero del
desdoblamiento
de la Tercera
Revelación,
quedara aquí, a
gastar su
precioso tiempo
con un grupo de
Espíritus,
dirigido por
alguien que se
comporta y se
expresa de la
manera como
hemos visto
arriba.
Finalizando, se
puede reafirmar
que es engañoso
el título de ese
libro, en que se
pretendió
abordar el tema
“Reencarnación
en el Mundo
Espiritual”. La
reencarnación
abordada es la
física, acerca
de la cual están
los espíritas ya
bien informados.
Ninguna de las
citas de Kardec
o de André Luiz,
hechas a lo
largo de la
obra, demuestra
al lector la
veracidad de esa
tesis absurda.
N. R.:
Sobre el asunto,
lea también, de
José Sola, el
análisis
publicado en la
edición 200 de
esta revista.
Link:
http://www.oconsolador.com.br/ano4/200/especial.html
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