Leyes Divinas y
las leyes de los
hombres. |
El Libro de los
Espíritus
dedica todo un
capítulo para
tratar La
Ley del Trabajo.
¿Qué podemos
extraer en
esencia de ese
capítulo para
nuestras
acciones en el
bien al que
somos llamados?
La comprensión
de que el
trabajo, en
todas las
formas, es una
necesidad
perpetua del
Espíritu, ya sea
para el pleno
desarrollo de
sus habilidades
en búsqueda de
la perfección
como para
colaborar en los
designios del
Creador.
¿Cómo conciliar
la imperfección
de las leyes
humanas,
concernientes a
las leyes
laborales y la
sabiduría de la
Leyes Divinas en
cuanto al
trabajo?
Las leyes
humanas existen
porque el hombre
todavía no ha
aprendido a
amar. Cuando
practiquemos la
ley de amor en
toda su esencia,
queriendo para
los demás lo que
queremos para
nosotros mismos,
constataremos
cuan superfluas
son las leyes
humanas. Al
guiarnos por la
ética de Cristo
en las
relaciones
humanas, la
imperfección de
las leyes
humanas dejará
de ser un
obstáculo.
De la
legislación
humana
específica del
trabajo, en su
opinión, ¿qué
aspectos
progresaron más
a fin de
aproximarse a
los objeticos de
la Providencia
Divina con
relación al bien
de los seres
humanos?
A lo largo de
los años,
destaco como los
mayores
progresos de la
legislación
laboral: 1) el
aumento de
protección al
trabajador en
relación a la
duración de la
jornada y de las
condiciones de
higiene y
seguridad en el
trabajo,
evitando la
prematura
degradación
física y
psíquica del ser
humano; 2) la
prohibición de
cualquier tipo
de
discriminación
por motivos de
sexo, edad,
color, creencia
religiosa o
estado civil,
evidenciando el
concepto de la
fraternidad; y
3)
recientemente,
el
reconocimiento
de la identidad
de derechos del
trabajador
doméstico,
entendido por
algunos como un
segundo estadio
de la Ley Aurea.
¿Qué nos falta
perfeccionar aún
en la
legislación
laboral para una
mayor
aproximación con
las Leyes
Divinas?
Así como el
dolor nos alerta
en cuanto a la
necesidad de
retomar el
camino de las
leyes divinas,
pienso que la
legislación aún
carece de
mecanismos
eficaces de
persuasión en el
cumplimiento de
las obligaciones
legales. A pesar
de que el marco
legal es
bastante robusto
en la previsión
de los derechos
y garantías, el
esfuerzo estatal
al respecto es
aún deficiente.
En ese estado de
cosas, muchos se
sienten tentados
a no respetar
los derechos
fundamentales de
los
trabajadores,
aumentando las
tensiones y los
conflictos.
En los
conflictos
legales de los
trabajadores,
¿qué es lo que
más resalta?
Lamentablemente,
la codicia y la
incapacidad para
ejercer
alteridad, de
colocarse en el
lugar de otro en
relación. De un
lado,
empleadores que
deciden no
cumplir con las
obligaciones
básicas para
obtener un mayor
lucro, apostando
por la
impunidad; de
otro,
trabajadores que
ven en las
demandas
judiciales una
oportunidad de
enriquecimiento;
de ambos lados,
representantes
que olvidaron, o
no conocen el
verdadero
objetivo de la
Justicia y ven
el proceso solo
como una fuente
de renta. Esto
ocurre porque
aún somos
materialistas e
inmediatistas.
El orgullo
todavía es una
característica
que resalta en
nosotros y no
comprendemos la
lección de
Cristo cuando
nos enseñó que
la
bienaventuranza
está en lo suave
y en lo
pacífico.
¿Cómo un juez
laboral trata o
consigue
conducir, ante
la imperfección
de las leyes
humanas, los
intereses de
patrones y
empleados y la
rectitud de
conciencia que
la profesión
señala?
Aun cuando no
sean perfectas,
las leyes
humanas ya han
evolucionado
bastante y
ofrecen recursos
suficientes para
el juicio de las
causas. La
sensibilidad del
juez en la
apreciación de
los conflictos y
de los
implicados es lo
que diferencia
para una
solución justa.
Su mayor
dificultad es
identificar sus
propios males.
¿Por qué
determinadas
posturas de los
implicados y de
sus
representantes
lo incomodan más
que otras? ¿Qué
hay de
imperfecto en él
que está siendo
reflejado en la
postura de los
litigantes?
Cuando el juez
consigue
identificar
tales
debilidades,
encuentra más
facilidad para
conducir a las
partes a una
conciliación, o
serenidad
necesaria para
distribuir el
derecho a cada
uno.
¿Algo resaltante
que le gustaría
destacar de sus
recuerdos en lo
referente a la
profesión y al
conocimiento
espírita?
Tal vez no
propiamente un
recuerdo o hecho
resaltante, sino
la comprensión
que el
conocimiento
espírita me
posibilita, que
la Justicia
Divina siempre
está presente,
aun en mis
errores de
apreciación o de
juicio. Aunque
busque una
postura recta e
imparcial,
comprendo que no
soy el promotor
de la Justicia,
sino uno de sus
innumerables
agentes.
¿El egoísmo y el
orgullo han sido
grandes
obstáculos en
las
conciliaciones
laborales? ¿Un
juez logra
atenuar esos
cuadros?
Pienso que ya
adelanté esa
convicción en
las preguntas
anteriores y
respondo
afirmativamente.
La postura
materialista
derivada del
egoísmo y del
orgullo es el
mayor obstáculo
para la
conciliación. El
juez logra
atenuar ese
cuadro cuando
actúa con
serenidad y
domina el arte
de la
persuasión, como
Jesús en el
episodio de la
mujer adúltera.
No fue con el
empleo de la
fuerza o de
argumentos
sólidos, tampoco
con la
exhibición de su
título de
autoridad que
Jesús hizo cesar
la agresión
hacia aquella
mujer, sino con
la persuasión.
Con el
conocimiento
espirita, ¿qué
se pone delante
del trabajo
remunerado y sus
consecuencias?
El trabajo
remunerado es
una necesidad.
Conforme leemos
en la respuesta
a la pregunta
674 de El
Libro de los
Espíritus,
“la civilización
obliga al hombre
a trabajar más,
porque aumenta
sus necesidades
y sus placeres”.
Pienso que la
mayor dificultad
es identificar
cuáles son las
necesidades
reales y las
aptitudes
naturales de
cada uno. A ese
respecto, las
respuestas a las
preguntas 926 a
la 928 de la
misma obra son
una excelente
fuente de
reflexión.
El trabajo
voluntario,
¿cómo es visto
en el binomio
leyes y progreso
espiritual?
En un último
análisis, el
trabajo
voluntario
atiende las
finalidades de
la encarnación,
así comprendidas
en la respuesta
a la pregunta
132 de El
Libro de los
Espíritus.
Al mismo tiempo,
propicia el
perfeccionamiento
(físico,
intelectual y
espiritual) de
quien lo
desempeña y
contribuye con
la Creación o,
como lo expresa
esel texto, pone
“al Espíritu en
condiciones de
enfrentar su
parte en la obra
de la Creación”.
¿Algo más que le
gustaría añadir?
Recordé un vídeo
de Chico Xavier
exhibido por el
amigo Orson
Peter Carrara en
una de sus
conferencias y
que ejemplifica
cuál es el
límite del
trabajo. El
incansable
hermano que
dedicó la
encarnación para
servir a Almas y
Espíritus, hasta
el límite de sus
fuerzas.
Sus palabras
finales
Que podamos
comprender el
trabajo como una
herramienta de
evolución moral,
y no como u
medio de
acumulación de
riquezas
materiales,
tampoco como un
castigo, como en
la
interpretación
precipitada de
la alegoría
bíblica.
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