El Evangelio según Mateo
Primer
libro del Nuevo Testamento
(2ª Parte)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstoles. El estudio
está basado en la versión
católica del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/acf/mt/1.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran al final del
texto de abajo.
Cuestiones para el debate
1. ¿Cuándo Juan bautista
comenzó a anunciar la
llegada del reino de los
cielos y a bautizar en las
aguas del río Jordán, hasta
los fariseos y los saduceos
lo buscaban. ¿Qué palabras
les dirigió entonces Juan?
2. Jesús, según Mateo,
habría sido tentado tres
veces por el diablo. ¿Qué
lecciones el Maestro
entonces les dejó?
3. ¿En qué ciudad comenzó
Jesús a predicar?
4. ¿Cómo se llamaban los
discípulos invitados por
Jesús para ayudarlo?
5. ¿En qué parte de este
Evangelio comienza y termina
el Sermón de la Montaña?
Texto para la
lectura
7. Jesús comienza a
predicar - Habiendo sido
Juan prendido, Jesús volvió
a Galilea y fue a habitar en
Cafarnaún, ciudad marítima,
en los confines de Zabulon y
Neptalí. Desde entonces él
comenzó a predicar y a
decir: “Arrepentíos, porque
es llegado el reino de los
cielos”. Fue entonces que,
andando junto al mar de
Galilea, vio dos hermanos,
ambos pescadores, a quien
invitó a que lo siguieran.
Eran Simón, llamado Pedro, y
André, y ellos, dejando sus
redes, lo siguieron.
Enseguida, vio otros dos
hermanos, Santiago y Juan,
hijos de Zebedeo, y ellos,
dejando su barco y el padre,
también lo siguieron. Jesús
recorría entonces toda
Galilea,
enseñando en sus sinagogas,
predicando el evangelio del
reino y curando todas las
enfermedades y molestias del
pueblo. Su fama corrió por
toda Siria y, por eso, le
eran traídos todos los que
padecían enfermedades y
tormentos, así como los
endemoniados, los lunáticos,
los paralíticos, y él los
curaba. (Mateo, 4:12 a
4:24.)
8. Las bienaventuranzas
del Sermón de la Montaña
- Jesús, viendo la multitud
que lo seguía, subió a un
monte y, asentándose, se
aproximaron sus discípulos.
El Señor comenzó entonces a
hablar, iniciando allí un
famoso sermón que quedó
conocido con el nombre del
Sermón de la Montaña, el
cual se extiende en los cap.
5, 6 y 7 del Evangelio de
Mateo. La parte inicial del
sermón son las llamadas
bienaventuranzas, en números
de nueve:
“Bienaventurados los
pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino
de los cielos;
bienaventurados los que
lloran, porque ellos serán
consolados; bienaventurados
los mansos, porque
ellos heredarán la tierra;
bienaventurados los que
tienen hambre y sed de
justicia, porque ellos
serán hartos;
bienaventurados los
limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios;
bienaventurados los
pacificadores, porque
ellos serán llamados hijos
de Dios; bienaventurados
los que sufren persecución a
causa de la justicia,
porque de ellos es el reino
de los cielos;
bien-aventurados sois
vosotros, cuando os
injuriaran y persiguieran,
y, mintiendo,
dijeran todo lo malo contra
vosotros por mi causa.
Exultaos y alegraos, porque
es grande vuestro galardón
en los cielos; porque así
persiguieron los profetas
que fueron antes de
vosotros”. (Mateo, 5:1 a
5:12.)
9. Somos la sal de la
tierra y la luz del mundo
- En la secuencia del
sermón, Jesús aseveró:
“Vosotros sois la sal de la
tierra; y si la sal es
insípida, ¿con qué hay de
salarla? Para nada más
presta sino para lanzarse
fuera y ser pisado por los
hombres. Vosotros sois la
luz del mundo: no se puede
esconder una ciudad
edificada sobre un monte;
ni se enciende la candela y
se coloca bajo el celemín,
sino en el velador, y da luz
a todos que están en la
casa. Así resplandezca
vuestra luz delante de los
hombres, para que vean
vuestras buenas obras y
glorifiquen a vuestro Padre,
que está en los cielos”.
(Mateo, 5:13 a 5:16.)
10. Jesús dice que no
vino a derogar la ley, sino
a cumplirla - Jesús
deja claro, en su sermón,
que él no vino a destruir la
ley o los profetas, sino a
cumplirla. Y dijo más que,
hasta que el cielo y la
tierra pasen, ni una coma o
una tilde se omitirán de la
ley, sin que todo sea
cumplido. La importancia del
cumplimiento
de la ley puede ser
aquilatada por las
siguientes palabras del
Señor: “Cualquiera, pues,
que viole a uno de estos más
pequeños mandamientos, y así
enseñar a los hombres, será
llamado el menor en el reino
de los cielos; aquel, sin
embargo, que cumpliéndolos y
enseñándolos será llamado
grande en el reino de los
cielos. Porque os digo que,
si vuestra justicia no
exceder a la de los escribas
y fariseos, de modo ninguno
entraréis en el reino de los
cielos”. (Mateo, 5: 17 a
5:20.)
11. Debemos
reconciliarnos con los
adversarios - Jesús,
después de confirmar el
mandamiento “No matarás”,
acentúa que no es sólo quien
mata que será reo de juicio,
y sí todo aquel que, sin
motivo, se encolerice contra
su hermano. Abominando las
palabras ofensivas contra
nuestros semejantes, Jesús
les propone también la
reconciliación con los
adversarios. Cuando una
persona llevara su oferta al
altar y acordándose de que
su hermano tiene algo contra
ella, debe primero ir a
reconciliarse con su hermano
y sólo después presente su
oferta. Tal postura es tan
importante, que Jesús repite
la enseñanza: “Concíliate
deprisa con tú
adversario, mientras estás
en el camino con él, para
que no ocurra que el
adversario te entregue al
juez, y el juez te entregue
al oficial, y te encierren
en la prisión. En verdad te
digo que de manera ninguna
saldrás de ahí mientras no
pagues el último centil”.
(Mateo, 5:21 a 5:26.)
12. La lección sobre el
adulterio - Reprobando
también el adulterio, como
había sido dicho a los
antiguos, Jesús enseña que
todo aquel que atentar a una
mujer para codiciarla “ya en
su corazón cometió adulterio
con ella”. “Por lo tanto,
asevera el Maestro, si tu
ojo derecho te escandaliza,
arráncalo y tíralo lejos de
ti, pues te es mejor que se
pierda uno de tus miembros
a que sea todo tu cuerpo
lanzado al infierno. Y, si
tu mano derecha te
escandaliza, córtala y
tírala para lejos de ti,
porque te es mejor que uno
de tus miembros se pierda
del que sea todo tu cuerpo
lanzado en el infierno.”
(Mateo, 5:27 a 5:30.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. Cuando Juan Batista
comenzó a anunciar la
llegada del reino de los
cielos y a bautizar en las
aguas del río Jordán, hasta
los fariseos y los saduceos
lo buscaban. ¿Qué palabras
entonces Juan les dirigía? (Mateos,
3:7 a 3:12.)
Juan les dijo: “Raza de
víboras, ¿quiénes os enseñó
a huir de la cólera
venidera?
Dad, pues, frutos de
verdadera penitencia.
No digáis dentro de
vosotros: ¡Nosotros tenemos
a Abrahán por padre! Pues yo
os digo: Dios es poderoso
para agitar a estas piedras
hijos de Abrahán. El hacha
ya está
puesta a la raíz de los
árboles: todo árbol que no
produzca buenos frutos será
cortado y lanzado al fuego.
Yo os bautizo con agua, en
señal de penitencia, pero
aquel que vendrá tras de mí
es más poderoso que
yo y no soy digno de cargar
sus calzados. Él os
bautizará en Espíritu Santo
y en fuego. Tiene en la mano
la pala, limpiará su era y
recogerá el trigo al
granero. La paja, sin
embargo, la quemará en un
fuego inextinguible”.
2. Jesús, según Mateo,
habría sido intentado tres
veces por el diablo. ¿Qué
lecciones el Maestro
entonces les dejó? (Mateo,
4:3 a 4:11.)
Fueron tres las lecciones
que Jesús le dejó: 1) No
sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que
procede de la boca de Dios.
2) No tentarás al Señor tú
Dios. 3) Adorarás al Señor
tú Dios, y sólo a él
servirás.
3. ¿En qué ciudad Jesús
comenzó a predicar? (Mateo,
4:12 a 4:17.)
Cuando Jesús oyó que Juan
había sido prendido, se
retiró para Galilea y,
dejando la ciudad de Nazaret,
fue a habitar en Cafarnaún,
al margen del lago, en los
confines de Zabulon y
Neptalí, para que se
cumpliera lo que fue dicho
por el profeta Isaías: La
tierra de Zabulon y de
Neptalí, región vecina al
mar,
la tierra además del Jordán,
Galilea de los gentíos, este
pueblo, que yacía en las
tinieblas, vio resplandecer
una gran luz; y surgió una
aurora para los que yacían
en la región sombría de la
muerte. Desde entonces,
Jesús comenzó a predicar:
Haced penitencia, pues el
Reino de los cielos está
próximo.
4. ¿Cómo se llamaban los
primeros discípulos
invitados por Jesús a
ayudarlo? (Mateo, 4:18 a
4:22.)
Simón, llamado Pedro, y
André, su hermano, que eran
pescadores; Santiago, hijo
de Zebedeo, y su hermano
Juan, que andaban con su
padre Zebedeo reparando las
redes.
5. ¿En qué parte de este
Evangelio comienza y termina
el Sermón de la Montaña?
El Sermón comienza en el
capítulo 5 y termina en el
capítulo 7 del Evangelio de
Mateo.