¿Es el Espiritu Santo o
Consolador prometido por
Jesús?
El Consolador prometido
vino para que la
comprensión de las cosas
espirituales no quedara
estacionada en el tiempo
y en el espacio,
aprisionado en las telas
retocadas de las letras
bíblicas
Según la entidad
espiritual Emmanuel, el
Espíritu Santo es “la
centella del espíritu
divino, que se encuentra
en el interior de todas
las criaturas” (“El
Consolador”, cuestión
303). Herculano Pires
dice que “El Espíritu a
que la Biblia se refiere
en numerosos tópicos y
que en los Evangelios
toma el nombre de
Espíritu Santo es el
Espíritu de Dios en su
manifestación universal”
(Libro “Agonía de las
Religiones”, cap. VII).
Por lo tanto, cada
criatura alberga la Luz
de Dios, “El Reino de
Dios”, |
|
dentro de sí
mismo (Divinidad
Inmanente). En
verdad, el
Espíritu Santo
es la presencia
de Dios en cada
uno de nosotros
y en todo. |
El catolicismo trajo al
público, el siglo VII,
que el Espíritu Santo
sería la tercera persona
de la denominada
“Santísima Trinidad” y,
para eso, adicionó
textos a la escrituras
con el propósito de
hacer escritura la
aserción dogmática,
conforme fue denunciado
de entrada por Orígenes,
después por el pastor
Leblois, en su obra “Las
Biblias y los
Iniciadores Religiosos
de la Humanidad”, en que
relató haber visto en
algunas bibliotecas
manuscritos en que el
dogma de la Trinidad
está sólo añadido al
margen. Más tarde, las
añadiduras fueron
intercalados en el
texto, donde se
encuentran aun.
|
El descubrimiento de
Leblois fue divulgado
por el filósofo León
Denis, en el libro de su
autoría “Cristianismo y
Espiritismo”, en la nota
complementaria nº 3.
Además de esa
información, Denis
menciona como ejemplo de
esas modificaciones los
versículos 7 y 8 del
capítulo 5 de la 1ª
Epístola de Juan:
“Porque hay tres que
testifican (en el
cielo: el Padre, el
Verbo y el Espíritu
Santo, y esos tres son
uno sólo; y hay tres que
testifican en la
Tierra): el
espíritu, el
agua y la
sangre, y esos
|
tres son uno
sólo”. El texto
entre paréntesis
parece haber
sido introducido
posteriormente
(glosa
marginal),
conforme consta
en la nota de a
pie de la Biblia
de Jerusalén,
una publicación
católica. Siendo
así, el
discípulo amado
nada afirmó
acerca de la
Trinidad. |
|
|
|
Es importante
mencionar que el
profesor de
Griego y Latín
Carlos Torres
Pastorino, en la
obra “Sabiduría
del Evangelio”,
enseña que, en
el griego, la
expresión “tò
pneuma tò
hágion” quiere
decir “el
Espíritu, el
Santo”,
mientras que “pneuma
hágion”, sin
el artículo
definido “te
lo”, se refiere
a “un
espíritu santo”.
El artículo
indefinido no
existe en la
lengua
|
Santo”. En
verdad, “un
santo espíritu”
se está
refiriendo a un
espíritu
superior, un
buen espíritu,
tanto encarnado
como
desencarnado.
Cuando las
letras bíblicas
traen, en el
griego, la
expresión “tò pneuma
tò hágion” está
haciendo referencia a la
presencia de Dios
en cada uno de nosotros
y en todo, la centella o
emanación divina que nos
posibilita la vida
inmortal. |
La identidad entre el
Espíritu Santo y el
Espíritu
de Verdad es,
según Pastorino, una
farsa
Pablo enseña que en
nosotros él habita:
somos templos del
Espíritu Santo. Salomón,
en el Antiguo
Testamento, en el libro
“La Sabiduría”, relata
que el espíritu de Dios
está en todo: “tu
espíritu incorruptible
está en todas las cosas”
(12:1), tratándose,
claramente, del
arquetipo de la
perfección inmanente en
toda la creación. Si esa
centella divina en
nosotros ya está más
perfeccionada, en caso
de errores cometidos con
conocimiento de causa,
viviremos una necesidad
apremiante de expiar el
grave error cometido,
que simbólicamente es
denominado “blasfemia
contra el santo
espíritu”. Según la
traducción del griego
hecha por Pastorino, el
infractor es reo del
error del ciclo y su
pena no será relevada,
es decir, tendrá que ser
rectificada. En Efesios,
Pablo recomienda no
entristecer el espíritu
santo, con que Dios nos
marcó para el día de la
liberación (4:30). En
verdad, en Jesús, la
centella divina, el
Espíritu santo, está
plenamente fructificado,
siendo un espíritu puro
por excelencia.
En cuanto a ser el
“Espíritu Santo” el
propio “Espíritu de la
Verdad” o el
“Consolador”, se debe
resaltar que el erudito
profesor Pastorino niega
terminantemente esa
posibilidad, basada en
el Evangelio de Juan
14:26, relatando que la
expresión griega “tò
pneuma tò hágion” (“el
Espíritu Santo”) aparece
sólo una vez en el
Evangelio de Juan y,
según él, “asimismo, en
sólo algunos códices
tardíos, habiendo fuerte
sospecha de haber sido
añadida posteriormente”
(“Sabiduría del
Evangelio”, 5º vol.,
Predicar sin Miedo).
El texto supracitado es
el siguiente: “(...)
aquel Consolador, el
Espíritu Santo, que el
padre enviará en mi
nombre, ese os enseñará
todas las cosas, y os
hará recordar todo
cuánto os he dicho”.
La identidad entre el
Espíritu Santo y el
Espíritu de la Verdad o
el Consolador es, por lo
tanto, según Pastorino,
una farsa, relatando que
en el texto de Juan no
hay la expresión
“Espíritu Santo” ni,
menos aún, las palabras
“un espíritu santo”.
La presencia del
“Consolador” no se
verificó el día de
Pentecostés, por cuanto
la expresión griega “tò
pneuma tò hágion” (“el
Espíritu Santo”) no es
hallada en los textos
griegos de “Actos de los
Apóstolos”, mientras que
“pneuma hágion”, sin
artículo definido,
correspondiendo a “un
santo espíritu”, es
encontrada. Luego, los
apóstolos no quedaron,
conforme está escrito:
“llenos del Espíritu
Santo”, por cuanto lo
correcto es “llenos de
un santo espíritu”,
caracterizando, de este
modo, un fenómeno
mediúmnico de grande
porte, señalando la
presencia importante de
Jesús en espíritu.
Lo que se verificó, en
Pentecostés, fue la
pujante mediumnidad de
los discípulos del
Cristo
Importante aclarar que
el “Consolador” vendría
para enseñar todas las
cosas y para recordarnos
todo cuanto el Maestro
había dicho. Lo que se
verificó, en
Pentecostés, fue la
pujante mediumnidad de
los discípulos de
Cristo, no encontrándose
ninguna enseñanza
distinguida o vestigio
de doctrina especial. De
hecho, la confusión
reinante en el
cristianismo de los
hombres, haciendo de las
enseñanzas de Jesús una
verdadera colcha de
partes, es una prueba
segura de que la
presencia del
“Consolador” aún es
desconocida para los
dogmáticos religiosos.
Ignorando completamente
que, en la mayoría de
los textos, el término
correcto es “un santo
espíritu” (en griego:
“pneuma hágion”, sin
artículo definido), los
hermanos de creencia
protestante se obstinan
en afirmar que el
Espiritismo no es el
“Consolador prometido” y
citan algunos textos
bíblicos, seguidamente:
Actos de los Apóstoles,
5:32:
“Y nosotros somos
testigos de esas cosas,
nosotros y un espíritu
santo (una entidad
espiritual superior),
que Dios concedió a
aquellos que le
obedecen”.
Actos de los Apóstoles,
8:15:
“Al llegar, Pedro y Juan
rezaron por los
samaritanos, a fin de
que ellos recibieran un
santo espíritu”.
Actos de los Apóstolos,
8:18:
“Simón vio que un santo
espíritu (una entidad
espiritual superior) era
comunicado a través de
la imposición de las
manos...”.
Actos de los Apóstolos,
10:44-48:
“Pedro aún estaba
hablando, cuando un
santo espíritu (una
entidad espiritual
superior) descendió
sobre todos los que oían
la palabra. Los fieles
de origen judaico, que
habían ido con Pedro,
quedaron admirados de
que el don de un santo
espíritu (una entidad
espiritual superior)
también fuera derramado
sobre los paganos. De
hecho, ellos los oían
hablar en lenguas
extrañas y loar la
grandeza de Dios.
Entonces, Pedro habló
‘¿Será que podemos negar
el agua del bautismo a
estas personas que
recibieron el santo
espíritu (entidades
espirituales
superiores), de la misma
forma que nosotros
recibimos?’ Entonces
Pedro mandó que fueran
bautizados en nombre de
Jesús Cristo”.
Actos de los Apóstoles,
19:2:
“¿Cuando ustedes
abrazaron la fe
recibieron un santo
espíritu (una entidad
espiritual superior)”?
Evangelio según Marcos,
1:8:
Dijo Juan Bautista: “Yo
bauticé a ustedes con
agua, pero él bautizará
a ustedes con un santo
espíritu”, es decir,
haciéndolos sintonizar
con los espíritus
elevados”.
Evangelio según Lucas,
12:12:
“Pues en esa hora un
santo espíritu (una
entidad superior)
enseñará lo que vosotros
deben decir”.
El Espiritismo se
volverá el gran
liberador del
ser
humano, un farol de luz
Queda bien claro que uno
de los principios
básicos del Espiritismo,
la mediumnidad, aquí es
destacada. En Éfeso,
Pablo desarrolló el
intercambio mediúmnico
de los discípulos que ya
habían sido bautizados
por Juan Bautista:
“Imponiéndoles las
manos, vino sobre ellos
un santo espíritu”
(espíritus superiores).
El texto es asaz
esclarecedor: “y tanto
hablaban en lenguas
(fenómeno conocido como
xenoglosia) como
profetizaban” (Actos
19:1-7). Hubo la
incorporación de
entidades espirituales
que, en trance
mediúmnico, discurrían
en determinado idioma
extranjero, en lengua
extraña al conocimiento
de aquellos hombres. Así
igualmente ocurrió el
día de Pentecostés, con
todos los discípulos de
Cristo.
El Consolador Prometido
vino, por lo tanto, para
que la comprensión de
las cosas espirituales
no quedara estacionado
en el tiempo y en el
espacio, aprisionado en
las telas retocadas de
las letras bíblicas (“la
letra mata”). En
Ezequiel 37:1, por
ejemplo, es descrito un
valle lleno de huesos.
En realidad, es una
referencia simbólica al
pueblo de Israel
dominado, destruido y
exiliado. Después,
Ezequiel es convocado a
concienciar al pueblo de
su dignidad,
consiguiendo finalmente
su organización y
levantamiento,
constituyendo un gran
ejército y construyendo
una nueva historia
(“colocaré mi espíritu
sobre vosotros”).
Finalmente, muchas cosas
habría de hablar aún
Jesús acerca del Padre
(Juan 16:12) y en el
momento cierto, no
utilizando más parábolas
(el espíritu testifica),
sino abiertamente (Juan
16:25). “La Doctrina de
Cristo no es más
prisionera de las
Escrituras, sino
resonancia de las voces
del cielo” (“El
Evangelio según el
Espiritismo”,
introducción, ítem I).
El propio Maestro dijo
que volvería en la
gloria de su Padre,
acompañado de sus
ángeles (espíritus
superiores) para
restablecer todas las
cosas. Ahora, dice
Kardec que “sólo se
restablece lo que fue
deshecho”. De inicio, el
testimonio de Jesús que
tenía muchas cosas que
enseñar, pero la
humanidad de entonces
era muy atrasada
espiritualmente (“no
podéis soportar ahora”).
Pero, dejó una
esperanza: Los hombres
no quedarían más
huérfanos, abriendo el
horizonte de la
liberación humana, a
través del conocimiento
de la verdad que libera,
retirando las apretadas
amarras de la ignorancia
espiritual. El filósofo
espírita León Denis
exclamó: “(...) tras
siglos de silencio, el
mundo invisible se
desvela;
se ilumina y se agita
hasta sus mayores
profundidades. Las
legiones de Cristo y el
propio Cristo están en
actividad. Sonó la hora
de la nueva
dispensación”
(“Cristianismo y
Espiritismo”,
conclusión).
En un medio cultural
adverso al misticismo y
propicio a la ideas
reformadoras, surge la
Doctrina Espírita,
síntesis profunda de
ciencia, filosofía y
religión, con el blanco
precipuo de fecundar
todas las creencias,
uniéndolas bajo la égida
del grande y verdadero
pastor, Jesús,
sepultando, en
definitiva, el
oscurantismo científico
y religioso, contrarios
a la razón y al
progreso.
Ya vivimos el tiempo en
el cual “Dios pondrá su
ley en el interior de
los hombres, la
escribirá en sus
corazones y todos lo
conocerán, desde el
menor hasta el mayor”
(Jeremías 31:33).
El Espiritismo se hará
el gran libertador del
ser humano; un farol de
luz, alejando las
tinieblas de la
desilusión y de la
incredulidad,
constituyendo el
amanecer de una nueva
era.
|