
Warren S. Brown
|
Ampliando la
capacidad de
discernimiento |
El
discernimiento
es definido por
el diccionario
Houaiss como
la
capacidad de
comprender
situaciones y de
separar
lo
acertado
de lo equivocado
Los Espíritus
que guían la
humanidad
terrena han
sistemáticamente
enfatizado que
el progreso
espiritual –
objetivo
fundamental de
nuestro retorno
a la vida
corporal - sólo
es alcanzado si
nosotros nos
desarrollamos en
varias
dimensiones,
virtudes y
capacidades. En
el presente
artículo vamos a
discurrir sobre
el
discernimiento,
ya que la falta
de el, no es
raro, lleva a
graves
consecuencias
para el
bienestar
espiritual
del individuo.
Puesto esto,
cumple
inicialmente
destacar que el
sustantivo
discernimiento
es definido por
el diccionario
Houaiss como la
capacidad de
comprender
situaciones y de
separar lo
correcto de lo
equivocado.
Presupone
igualmente la
habilidad que un
individuo tiene
de evaluar las
cosas con buen
sentido y
claridad, juicio
y tino. Es
también
considerado
sinónimo de
inteligencia y
perspicacia y,
en recurrencia,
antónimo de no
discernimiento e
inercia. Siendo
así, luego se ve
que se trata de
una capacidad
innegablemente
básica. Sin
embargo, sería
un disparate
afirmar que el
sea encontrado
en abundancia en
el mundo donde
vivimos.
Esclarece el
científico
social Warren S.
Brown que
discernimiento
es la forma de
sabiduría en ver
una cuestión a
través de una
perspectiva
singularmente
inteligente, y
que tiene el
potencial de
llevar a la
solución de un
problema
concreto o de
encuadrarlo de
una manera tal
que conduzca a
la claridad de
la cuestión.1
A su vez, el
investigador
Hazel C. V.
Traüffer propone
que
discernimiento
es la regulación
del pensamiento
de un individuo
en la búsqueda
de “adquisición
y aplicación de
conocimiento en
la toma de
decisiones que
sean correctas,
justas, y dignas”.2
A propósito,
Traüffer y sus
compañeros creen
que, desde una
perspectiva
académica,
discernimiento
está incluido
dentro de la
disciplina de
espiritualidad.3
Y tal afirmación
nos da más
tranquilidad
para abordar el
tema en cuestión
bajo las lentes
de la Doctrina
Espírita.
De hecho, la
capacidad de
discernimiento
ha sido asociada
al legendario
rey de Israel,
Salomón,
que, basado en
su admirable
habilidad de
hacer lo
correcto, justo
y de tomar
decisiones
correctas, ha
sido
reverenciado,
por lo menos por
algunos
investigadores,
como el hombre
más sabio que ya
vivió en este
mundo.4
Cultura
intelectual y
perfeccionamiento
moral son, según
Emmanuel,
imperativos de
la vida
Sin embargo,
cabe destacar
que aunque
hubiera sido un
líder con
acentuada
capacidad de
juicio, Salomón
no era perfecto.
Pero volviendo a
la conexión de
discernimiento
con el campo
religioso, que
nos interesa
examinar más
particularmente,
el apóstol Pablo
fue
enfático al
clamar lo
siguiente: “Y
pido esto: que
vuestro amor
crezca más y más
en ciencia y en
todo el
conocimiento”.5
Ahora, no es
difícil de
aprender que el
importante
misionero de
Dios los
impulsaba a
desarrollar el
amor
esclarecido,
sano y
equilibrado.
El Espíritu
Emmanuel, de
manera similar,
argumenta que “Cultura
intelectual y
perfeccionamiento
moral son
imperativos de
la vida,
posibilitándonos
la manifestación
del amor, en el
imperio de la
sublimación que
nos aproxima de
Dios”.6
A fin de
cuentas, como él
bien pondera: “…
el sembrador
del Cielo se
ausentó de la
grandeza a que
se acoge y vino
hasta nosotros,
esparciendo las
claridades de la
Revelación y
aumentándonos la
visión y el
discernimiento
[...]”
7. Siendo
así, “Aceptar
los problemas
del mundo y
superarlos, a
costa de nuestro
trabajo y de
nuestra
serenidad, es la
fórmula justa de
adquisición del
discernimiento”.
8
¿Por lo tanto,
en qué aspectos
(problemas)
podemos colocar
en práctica esa
capacidad? Allan
Kardec nos da
una pista
importante
cuando él indagó
a los mentores
espirituales lo
siguiente: “¿Cómo
distinguimos si
un pensamiento
sugerido procede
de un buen
Espíritu o
de un
Espíritu malo?”
A lo que
ellos
prontamente le
esclarecieron:
“Estudiad el
caso. Los buenos
Espíritus sólo
para el bien
aconsejan. Nos
compete
discernir”.9
La Doctrina
Espírita nos
esclarece que
vivimos en
constante
permuta mental
con las
entidades
desencarnadas.
Al analizar la
naturaleza de la
sugerencia que
nos acuden a la
mente podremos
saber la
polaridad
espiritual del
emisor
invisible.
Pero podemos
incluir acciones
inteligentes o
capacitación
para, por
ejemplo,
observar la
realidad tal
cual ella es. En
ese sentido,
basta que
observemos las
catástrofes y
tragedias que
asolan nuestro
mundo en la
actualidad para
concluir que
algo muy serio
está en curso.
Nuestra opaca
visión nos
impide, muchas
veces, de ver
las cosas que
desafían el buen
sentido
Basta que
reparar en la
plétora de
falsos profetas
inmiscuidos en
el seno de las
religiones, de
modo general,
vendiendo la fe,
desvirtuando las
almas incautas,
entre otros
descalabros. Es
también digna de
notar la miríada
de
pseudo-terapeutas
– verdaderos
lobos humanos -
que explotan la
ingenuidad
humana
prometiendo lo
que no pueden
entregar.
Vale añadir
igualmente la
tiniebla que hay
en nosotros
mismos - algo
siempre muy duro
de admitir. De
hecho, el
Espíritu
Emmanuel observa
con sabiduría
que: “El
comprimido
ayuda, la
inyección
mejora, sin
embargo, nunca
te olvides de
que los
verdaderos males
proceden del
corazón”.10
Sin embargo,
nuestra opaca
visión nos
impide – muchas
veces – de mirar
las cosas que
desafían el
bueno sentido. Y
es decir tan
grave que, no es
raro, abarca
incluso las
naciones como un
todo. Un hecho
reciente que
refuerza esa
percepción habla
respecto a la
prevalecía de la
ley del Talión
en la ejecución
del conocido
terrorista Osama
Bin Laden. El
triste deshecho
de esa historia
– totalmente
divorciada de
cualquier ideal
cristiano –
probablemente
redundará en más
violencia y
destrucción de
vidas.
Discernimiento
tiene una
conexión – en el
sentido
trascendente que
nos proponemos
examinar aquí –
con la
iniciativa de
buscar entender
la sabiduría
divina.
Puesto esto, el
referido mentor
nos recomienda
que busquemos
nuestra
intimidad con
sabiduría por
medio del
estudio y de la
meditación de
modo a poder
captar los
arbitres de
Dios.11
En ese
particular, vale
resaltar que el
evangelio es el
remedio vital
para que nuestra
salud espiritual
sea preservada.
Con efecto,
Jesús nos
advirtió que, si
quisiéramos
seguirlo – y él
fue el que
más
perfectamente
captó el
pensamiento
divino –, que
renunciáramos a
nosotros mismos.
Tal
recomendación
claramente
sugiere cual es
el camino para
alinearnos a
Dios.
Por extensión,
tampoco
conseguiremos
progresar en
nuestra
capacidad de
discernimiento
si no
combatiéramos el
egocentrismo que
generalmente
resuma en
nosotros. Relata
Lucas (17:15)
que Jesús curó
en determinada
aldea a diez
leprosos ávidos
por sus poderes
milagrosos.
Cada uno de
nosotros tiene
un bagaje
personal y
también
necesidades
particulares
De hecho, aún
cuando recibimos
ayuda de lo más
alto nos
olvidamos – no
raramente – de
agradecer o de
admitir que todo
podría ser mucho
más difícil. En
contraste,
discernimiento
envuelve, por
ilación, tener o
mostrar
disposición para
el eventual
sacrificio y
renuncia. Sino,
¿cómo progresar
espiritualmente?
Por eso,
Emmanuel nos
incita a servir
siempre. Y la
caridad es
indiscutiblemente
un medio eficaz
de colocar esa
recomendación en
práctica.
Discernimiento
comprende la
necesidad de
términos
tolerancia con
las diferencias.
Aunque seamos
semejantes, no
somos iguales.
Cada uno de
nosotros tiene
un equipaje
personal y
necesidades
particulares. El
imperativo de la
diversidad está
presente, de
hecho, en toda
la creación.
Por otro lado,
fallamos
dolorosamente
por no
ejercitarnos a
la autocrítica.
A fin de
cuentas,
nosotros no
somos perfectos
y, por eso,
presentamos aún
fallos terribles
de carácter,
personalidad y
valores
adorados.
Sócrates fue
extremadamente
inspirado al
estimularnos a
que nos
conociéramos a
nosotros mismos.
Sin embargo, “Somos
pródigos en
argumentos para
no creer y, así,
no tener que
cambiar”,
conforme observa
el Espíritu
Ignacio
Ferreira.12
Afirma él
aunque: “Salud
mental es
también saber
aceptarse con
las propias
fragilidades,
sin, sin
embargo, con
ellas
conformarse”.13
El referido
mentor
espiritual
enfatiza - con
indiscutible
acierto - que el
análisis del
tenor de
nuestros
pensamientos
revela nuestras
reales
intenciones.14
Tal ejercicio de
autocrítica nos
parece altamente
efectivo y
proficuo,
especialmente
cuando se
objetiva atacar
el centro de
nuestros males,
es decir,
nuestra casa
íntima. Vale
añadir aquí el
inconmensurable
poder de
auto-ayuda – no
conocemos,
de hecho,
instrumento más
eficaz -
derivado del
Evangelio. Pero,
conforme observa
el benefactor y
las evidencias
muestran que él
tiene razón: “Pocos
son los que
buscan
auscultar, en
profundidad, las
lecciones que se
encuentran
incluidas en el
Evangelio”.15
Discernimiento
es adquirir
serenidad para
aceptar vivir
con base en
valores
espirituales
Por otro lado,
admitir que no
sabemos todo (es
decir, que la
verdad no es
nuestra) nos
parece una
inteligente
forma de
expresar el
discernimiento.
De hecho, buscar
la comprensión
de las fuerzas y
dinámicas que
rigen la vida es
imprescindible
para alcanzar la
madurez
espiritual. El
mismo raciocinio
vale para no
atribuirse valor
a cosas de poca
importancia.
A fin de
cuentas, ¿cómo
desarrollemos el
discernimiento
si somos
hedonistas y, en
esa condición,
maniatados a una
vida de placeres
que anestesian
la mente,
entorpecen la
sensibilidad y
endurecen el
corazón?
El hombre
moderno,
infelizmente, ha
sido pródigo en
inventar nuevas
formas
perniciosas de
distracción que
lo ha llevado a
los excesos y
adicciones que
presentan un
efecto
igualmente
alienante a las
criaturas, tal
como la perversa
drogadicción y
el alcoholismo.
Es el caso de
las personas
que tienen
verdadera
obsesión por
juegos de vídeo
games, redes de
Internet, webs
de chats,
conversaciones o
mensajes por el
móvil etc.
Superando en
ancha medida los
límites de lo
razonable e
hiriendo la
noción de
equilibrio, esas
criaturas quedan
horas y horas
completamente
embriagadas por
distracciones
paralizantes –
auténticos
viciados como
así atestiguan
los
especialistas –
que las impiden
de volar por
medio del
pensamiento sano
y de la
meditación
inspirada. Por
lo tanto,
discernimiento
es saber
priorizar el
tiempo - que,
por señal, anda
cada vez
más escaso por
causa de
jornadas de
trabajo
excesivas y
crecientes
obligaciones –
para cosas que
nos agreguen
sabiduría. Como
dice el Espíritu
Ignacio
Ferreira, “Evolucionar
es promover la
reeducación del
espíritu”.16
En la
perspectiva a
que nos
proponemos
discurrir sobre
el
discernimiento,
cabe una
reflexión sobre
la necesidad de
eliminar la
revuelta y la
indignación con
todo y con
todos. No hay
como negar que
el mundo está
lleno de
imperfecciones,
fallos,
desajustes,
injusticias e
incoherencias
debido a lo que
somos en la
intimidad. Jesús
ciertamente
espera nuestro
esfuerzo y
empeño en ser
mejores. De ese
modo,
discernimiento
es adquirir
serenidad y paz
interior para
aceptar vivir
con base en
valores
espirituales.
Concluyendo,
debemos usar los
dilatados
recursos que el
Espiritismo nos
ofrece y
aplicarlos en la
ampliación de
nuestra
cognición (es
decir,
percepción,
juicio y
comprensión) del
mundo y, sobre
todo, de
nosotros mismos.
Notas
bibliográficas:
1.
BROWN, W.S.
Seven pillars of
the house of
wisdom. In R.J.
STERNBERG e J.
JORDAN (Eds.),
Handbook of
wisdom:
psychological
perspectives.
New York, NY:
Cambridge
University Press,
2005, p. 355.
2.
TRAÜFFER, H.C.V.
Towards an
understanding of
discernment: a
21st-century
model of
decision making”,
unpublished
doctoral
dissertation,
Regent
University,
Virginia Beach,
VA, 2008, citado
em TRAÜFFER,
H.C.V., BEKKER,
C., BOCÂRNEA,
M., e WINSTON,
B.E. Towards an
understanding of
discernment: a
conceptual paper.
Leadership &
Organization
Development
Journal,
Vol. 31, No. 2,
2010, p. 178.
3.
TRAÜFFER,
H.C.V., BEKKER,
C., BOCÂRNEA,
M., e WINSTON,
B.E. Towards an
understanding of
discernment: a
conceptual paper.
Leadership &
Organization
Development
Journal,
Vol. 31, No. 2,
2010, p.177.
4.
Ibidem, p. 181.
5.
Filipenses, 1:
9.
6.
XAVIER, F.C.
(Pelo Espírito
Emmanuel).
Fonte viva.
Versão digital.
FEB, 2008, p.
104.
7.
Ibidem, p. 75.
8.
Ibidem, p. 121.
9.
KARDEC, A. O
livro dos
Espíritos.
(Tradução de
Guillon
Ribeiro). Versão
digital. FEB,
2007, p. 170,
Questão 464.
10.
XAVIER, F.C. Op.
cit, p. 98.
11.
Ibidem.
12.
BACELLI, C.A.
(Pelo Espírito
Inácio
Ferreira).
Saúde mental à
luz do
Evangelho.
Uberaba, MG:
Livraria
Espírita Edições
“Pedro e Paulo”,
2010, p. 92.
13.
Ibidem, p. 60.
14.
Ibidem, p. 35.
15.
Ibidem, p. 80.
16.
Ibidem, p. 162.
|