Agresión y
calumnia denotan
enfermo en
estado grave
Se cuenta que un
cofrade
espirita, cuando
visitaba las
dependencias de
un importante
hospital
psiquiátrico,
fue de repente
sorprendido por
un de los
ingresados que,
sin motivo
alguno, lo hirió
con un puñetazo.
El director del
establecimiento
asistió a la
agresión y
confirmó que el
cofrade no
reaccionó.
Fuera del
hospital,
alguien preguntó
al amigo por qué
no reaccionara a
la agresión. Su
respuesta fue
sintomática: “De
esta manera, fui
agredido por una
persona enferma,
y no hay razón
para
reaccionarse de
vuelta a la
agresión de una
persona
enferma”.
Realmente, el
cofrade actuó
correctamente y
más correcta aún
fue su
respuesta,
porque sólo
personas
enfermas es que
calumnian,
atacan y ofenden
otras personas
sin motivo.
Algunas de ellas
no se encuentran
ingresadas, pero
viven bien al
nuestro lado y,
a veces,
respiran el
mismo aire que
respiramos.
No reaccionar,
no responder, no
retribuir ofensa
con ofensa, he
aquí la actitud
enseñada por el
Evangelio y por
los instructores
espirituales,
como Emmanuel,
que dedicó al
tema una lección
que viene muy
bien a
propósito.
La retiramos del
cap. 39 del
libro El
Espíritu de la
Verdad,
conocida obra de
autoría de
Espíritus
diversos
teniendo como
intermediarios
los médium Waldo
Vieira y
Francisco
Cándido Xavier.
El mensaje de
Emmanuel dice el
siguiente:
“Desequilibrio
que notes es
invocación de la
vida para que le
prestes
cooperación.
Cuando las
aguas,
caudalosas
avanzan,
furiosas sobre
la franja del
suelo que te
sirve de
habitación,
levanta el
dique, capaz de
gobernarle los
impulsos.
Delante del
fuego que te
amenaza,
recurres, de
pronto, los
extintores de
incendio.
Toda vez que el
cortocircuito
surge en la red
eléctrica,
desconecta el
enchufe para que
la energía
descontrolada no
opere la
destrucción.
Así también,
cuando la prueba
te visite, no
transfigures la
lengua en látigo
de los
semejantes.
Si agresiones
verbales te
golpean los
oídos, yergue la
muralla del
deber fielmente
ejecutado, en
que te defiendas
contra el asalto
de la injuria.
Si la calumnia
te alancea,
guárdate en paz,
en refugio de
oración.
Si la dignidad
ofendida, dentro
de ti, surge
transformada en
encendido
estopín para la
deflagración de
indignación,
deja que el
silencio te
enmudezca, hasta
que la nube de
la crisis te
abandone la
visión.
Sobre todo
delante de
cualquier
compañero
encolerizado, no
le agraves la
distonía.
Nadie cura un
loco,
golpeándole el
cráneo.
Si alguien te
lanza en el
rostro el golpe
de la
intemperancia de
espíritu o si te
arroja a pedrada
del insulto,
disculpa
irrestrictamente,
y se vuelva a
herirte, es
indispensable
que te reconozca
en la presencia
de un enfermo
en estado grave,
a pedirte el
amparo del
entendimiento y
el socorro de la
compasión.” (La
negrilla es
nuestra.)
*
Este texto es
dedicado al
nuestro estimado
cofrade Divaldo
Franco, que
viene siendo
nuevamente
victima de
agresiones y de
calumnia por
parte de
personas que se
dicen espiritas
y, sin embargo,
son incapaces de
respetar un
señor que
completó en el
mes pasado 85
años de edad, de
los cuales 65
dedicados a la
causa del
Espiritismo y a
los niños y
familias
carentes de la
periferia de
Salvador-BA.
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