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En una escuela, los
alumnos se preparaban
para una fiesta, en la
cual habría una
competición entre los
varios grupos. A través
de sorteo, la directora
Amélia estableció los
grupos, que deberían
realizar varias tareas.
Todas las familias
fueron invitadas.
Terminadas las tareas,
el equipo vencedor
recibiría un trofeo y,
enseguida, un delicioso
almuerzo, realizado con
la colaboración de las
madres y padres de los
alumnos.
Sorteados los equipos,
luego se formaron
grupitos aquí y allí.
Cada equipo se reunía,
permaneciendo separado
de los demás, a
cuchichear y resolver
cómo actuar el día de la
fiesta.
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Así, muchos equipos se
separaron de los otros
compañeros, generando
desunión en las clases.
En la víspera del gran
día, todos estaban
animados. Las madres
preparaban los manjares
y los padres adornaban
la escuela.
A la mañana siguiente,
bien pronto ya estaban
todos reunidos en la
escuela. A la hora de
iniciar la disputa, la
directora se dirigió a
los alumnos deseándoles
éxito, y concluyó:
— ¡Queridos alumnos! Es
importante que vosotros
se acuerden de que, para
la ejecución de las
tareas, tendrán que
trabajar cómo verdaderos
equipos.
Sólo así vencerán.
¡Buena suerte a todos!
Los equipos fueron
presentándose y se
inició el torneo. La
primera parte del torneo
constaría de cuestiones
sobre conocimiento de
matemática, portugués,
historia y geografía,
materias del currículo
escolar a que los
equipos deberían
responder.
La segunda parte
constaría de varias
pruebas prácticas,
comenzando por una
carrera por relevos, en
la cual sería vencedor
el equipo que llegara
primero.
La prueba siguiente
sería de fuerza. Los
equipos tendrían que
transportar un gran peso
de un lugar a otro.
Y en la última prueba
los equipos deberían
pintar una pared, sin
escalera.
Iniciado el torneo, los
equipos fueron
presentándose. En el
ardor de la disputa,
muchos de ellas, en vez
de que sus miembros
trabajasen en conjunto,
algunos querían
sobresalir a los demás y
acababan enfrentándose y
peleando. Y así,
haciendo más difícil la
ejecución de las tareas.
Especialmente las dos
últimas pruebas
generaron más problemas,
por el grado de
dificultad.
No obstante, el equipo
Unión, del cual formaba
parte Luizinho, Joâo,
Aline, Paulo y Roberto,
fue el que consiguió más
puntos.
En la penúltima prueba,
cuando deberían mover un
gran peso hasta la marca
de llegada, cada equipo
buscó encontrar el medio
de realizar la tarea.
Algunos intentaron
empujar, sin resultado;
otro equipo creyó que,
colocando una alfombra
bajo el peso,
conseguiría arrastrarlo,
sin embargo los
componentes gastaron un
tiempo precioso buscando
la alfombra y, después
de encontrarla, no
consiguieron colocarla
bajo el peso para, sólo
entonces, arrastrarlo;
así, no realizaron la
tarea.
La solución ideal fue la
del equipo Unión.
Analizando el peso,
percibieron que había
algunas marcas que
podrían ayudarlos. Así,
decidieron amarrar una
corda en torno al peso
y, con el esfuerzo de
todos, estiraron,
arrastrándolo hasta la
marca de llegada.
¡Fue una alegría! ¡Todos
lo conmemoraron!
La última tarea era la
de la pintura de pared.
En verdad, cada equipo
debería pintar un trozo,
sin embargo comenzando
de arriba para bajo y
sin contar con el
auxilio de una escalera.
Los equipos cogieron
palos de escobas y
amarraron pinceles en la
punta, sin embargo no
conseguían llegar hasta
lo alto de la pared. De
ese modo gastaron mucho
tiempo y no consiguieron
realizar la tarea.
Los miembros del equipo
Unión, bastante
creativos, viendo que
los equipos no
conseguían realizar la
tarea, comenzaron a
reflexionar y Luizinho
encontró la solución
ideal. Llamó a los
compañeros y contó lo
que pretendía hacer.
¡Ellos lo aprobaron por
unanimidad!
Así, al llegar a la vez
que ellos, sorprendieron
a todos los presentes.
Los miembros del equipo
hicieron una escalera,
con Paulo, el chico más
pesado, en la base;
después, Roberto que, a
pesar de ser flaco era
fuerte, subió en los
hombros de él y, en lo
alto João, que era el
más ligero. En el suelo,
Luizinho y Aline pasaron
la lata de tinta y una
brocha, con lo que João
pintó rápidamente
encima. Después todo fue
más fácil y la tarea fue
cerrada con el aplauso
de todos.
Los miembros del equipo
Unión se abrazaron,
conmemoraron la
victoria. La directora,
antes de entregarles la
linda copa, dijo:
— ¡Mis amigos! ¡Queridos
profesores, queridos
padres, queridos
alumnos! ¡El equipo
Unión venció la disputa
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colocándose en
primer lugar!
Estos alumnos
mostraron que,
con creatividad,
merecieron este
trofeo.
¡Felicidades
Luizinho, João,
Aline, Paulo y
Roberto! |
Después, la directora
Amélia preguntó al jefe
del equipo:
— Luizinho, ¿a que
juzgas tú que se deba
esta bonita victoria?
El niño pensó un poco y
respondió:
— Sin cooperación entre
los miembros de nuestro
equipo no habríamos
conseguido vencer. El
nombre fue bien
escogido: Unión.
Todos aplaudieron
entusiastamente. Los
miembros de los demás
equipos derrotados
bajaron la cabeza,
reconociendo que
Luizinho tenía razón.
Con certeza ellos
tendrían otras fiestas,
otros torneos, pero para
siempre quedaría en sus
corazones y mentes que,
para vencer en la vida,
era preciso trabajar en
conjunto, cada cuál
haciendo su parte y
cooperando para el
resultado final, que
iría a valorar a todos
los envueltos.
— El almuerzo está listo
y será servido. ¡Con la
colaboración de las
madres y de los padres!
— dijo una de las
madres, para
satisfacción de todos,
que estaban hambrientos.
Y el resto del día las
familias de los alumnos
y de los profesores
pasaron en convivencia
alegre en la escuela.
MEIMEI
(Recebida por Célia X.
de Camargo, em
Rolândia-PR, em
5/11/2012.)
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